miércoles, 18 de mayo de 2011

El crecimiento de las actividades del estado en el siglo XX

Crecer en la crisis  crecer en la guerra
 
Un tema que acapara el interés de muchos economistas, no sólo de los eco­nomistas teóricos sino también de aque­llos que aconsejan a los gobiernos en fa elaboración de la política económica, es el de determinar la cantidad de dinero que debe existir en un país, o la tasa a la que debe crecer cada año. ¿Por qué los economistas y las autoridades moneta­rias en particular— se preocupan por este tema? ¿Cuál es la razón por la que no es indiferente que la cantidad de dinero de un país, es decir, su oferta monetaria, crezca, por ejemplo, un 20 % cada año en vez de, digamos, un 12 %? La respuesta no es difícil: la mayor o me­nor abundancia de dinero tiene impor­tantes efectos sobre las decisiones que toman los agentes económicos y, por consiguiente, sobre la actividad econó­mica de un país.

Dar a unos lo que se obtiene de otros

  En los capítulos 2 y 3 de este volumen vimos que, en lo que respecta a la rique­za, los agentes económicos toman fun­damentalmente dos tipos de decisiones. En primer lugar, deciden si quieren ser más ricos o más pobres, es decir, si desean modificar su volumen de rique­za; y, en consecuencia, adoptan las me­didas que consideran oportunas, dentro de sus posibilidades. Situémonos, por ejemplo, en el caso de una familia que quiere aumentar su riqueza. Entre las medidas que puede tomar están: buscar un trabajo más remunerador; trabajar más horas, reduciendo el tiempo de ocio; y aumentar el ahorro, reduciendo el consumo. La meta que la familia se fija en este tipo de decisiones depende de lo que entiende que contribuye a su bienestar o felicidad y de cómo valora su bienestar actual en comparación con el que pueda lograr (ella o sus descendien­tes) en un futuro.


La expansion del estado, inherente al sistema politico

 ¿Por qué una familia quiere tener dinero en su poder? Conviene aclarar desde el principio que la demanda de dinero no es el dinero que una familia quiere ganar, ni el valor de tos gastos que quiera realizar. Tal como hemos argu­mentado antes, la demanda de dinero ha de entenderse dentro de la decisión ge­neral de distribuir la riqueza entre diver­sos activos alternativos: acciones, obli­gaciones, un solar, acumulación de bie­nes de consumo, etc. Las ventajas del dinero... Analicemos, pues, las ventajas que aporta a una familia el mantenimiento de dinero. En primer lugar, el dinero es el activo que se utiliza para comprar bienes y servicios. Sería muy engorroso para una familia, por rica que sea, no disponer de dinero líquido cuando se desea comprar alguna cosa. Por consi­guiente, es razonable pensar que una familia mantendrá una suma de dinero para llevar a cabo sus transacciones. Es lo que los economistas denominan de­manda de dinero por motivo de transac­ción. ...y sus inconvenientes Nos hemos referido hasta ahora a las ventajas que para una familia supone mantener dinero. Ahora bien, el mante­ner una parte de la riqueza materializada en este activo tiene también varios in­convenientes. En primer lugar, la no percepción de los rendimientos, normalmente ma­yores, que pueden aportar los activos que compiten con el dinero. Así, si una familia mantiene dinero en una cuenta corriente, ello significa que pierde la ocasión de percibir los intereses que le aportaría un título de deuda pública, o los dividendos y las ganancias por revalorización a las que tendría derecho si hubiera comprado acciones de una empresa, por ejemplo. 2. La demanda de dinero de una empresa Las empresas mantienen una parte de su activo, el disponible, en forma de dinero. Se estima que, en los países más industrializados, las empresas mantie­nen alrededor de un tercio de la totali­dad de dinero del país. ¿Cuáles son las razones por las que las empresas mantie­nen en forma de dinero una parte de su riqueza neta? En esencia, las razones son las mismas que las que existen en el caso de las familias. 3. La demanda de dinero de toda la economía A los economistas les interesa, funda­mentalmente, la demanda de dinero de la economía como un todo. Por ello, la mayoría de los estudios sobre la deman­da de dinero se realizan en términos macroeconómicos. Ahora bien, el análi­sis de la demanda de dinero de agentes económicos individuales (familias y em­presas) nos sirve para obtener, por agre­gación, la demanda de dinero de toda la economía. Las variables de las que de­pende la demanda de dinero de toda la economía serán las mismas que las que influencian las decisiones de las familias y las empresas, pero referidas a su valor agregado. Comprar y vender otros activosCuando por alguna razón los agentes económicos, sean empresas o familias, no mantienen la cantidad de dinero que desean, la manera de satisfacer sus de­seos consiste en comprar y vender otros activos (principalmente títulos valores) hasta conseguir la composición de patri­monio considerada apropiada. Supongamos, por ejemplo, que ante unas ma­yores expectativas de inflación una em­presa desea reducir una parte de sus tenencias de dinero y de otros activos, cuyo rendimiento nominal permanece fijo, para comprar un terreno urbanizable.


¿Que es la deuda pòlitica?

 Vamos a suponer que nos encontra­mos en una economía en la que el merca­do de dinero está inicialmente en equili­brio, y que, con el fin de aumentar la cantidad total de dinero existente en el país, su banco central otorga un crédito a los bancos comerciales [para seguir todo este proceso, ver el esquema de la página siguiente]. Una vía para hacer tal concesión es la compra por el banco central de deuda pública en poder de los bancos (lo que se llama una operación de mercado abierto). Otra vía es la subasta de crédito entre las entidades bancarias, concediéndolo a las que ofrezcan un tipo de interés más elevado. La mayor liquidez con la que ahora cuentan los bancos les originará un pro­blema de exceso de caja, si sus deseos de mantener dinero no se han modificado.
Efectosdel crecimiento de la actividad del gobierno

 Esta reestructuración de las carteras de los bancos traerá consigo una reduc­ción de los tipos de rendimiento de ambos activos, los créditos y las accio­nes. En efecto, si los bancos desean aumentar los créditos que conceden a las empresas, y si las preferencias de éstas por tales créditos no se han alterado, los bancos sólo podrán conseguir su objeti­vo si reducen el tipo de interés que están dispuestos a exigir por tales créditos. Efectos en cadena Pero los efectos no terminan ahí. Si disminuye el tipo de interés que exigen los bancos por el dinero que prestan, las empresas estarán dispuestas a recurrir al crédito bancario en mayor medida y a ex­pandir su actividad económica, amplian­do su equipo productivo. La disminu­ción del tipo de interés implica, así mis­mo, una reducción del coste de almace­namiento de los productos terminados. Resultado general Podríamos proseguir la cadena de efectos introduciendo en escena nuevos activos, cuyos precios y tipos de rendi­miento serían también afectados como consecuencia de los reajustes de las car­teras. Sin embargo, ya disponemos de suficientes elementos para avanzar el resultado general: como consecuencia del aumento de la oferta monetaria lle­vado a cabo por et banco central se ha producido un descenso generalizado del tipo de rendimiento de todos los activos, acompañado de una mayor demanda de bienes y servicios, tanto por parte de las familias como de las empresas.


 Cuando los economistas analizan los efectos económicos de cualquier fenó­meno, suelen referirse a la situación especial que presenta lo que se denomi­na el largo plazo. El análisis que estamos efectuando también tiene características especiales en esa situación. Un análisis a largo plazo es el que se lleva a cabo considerando que transcu­rre el tiempo necesario para que se completen todos los ajustes en todos los mercados. En una perspectiva semejan­te, el desempleo se sitúa en su límite inferior: su valor depende de las caracte­rísticas estructurales e institucionales de cada economía. El papel de las expectativas de inflación Llegados a este punto, parece oportu­no considerar el papel que desempeñan las expectativas de inflación en todo este proceso. Hemos visto que, cuando una economía se encuentra en una situación cercana al pleno empleo, los aumentos de la oferta monetaria producen sola­mente incrementos en los precios. Si la economía se mantiene en esta situación, los agentes económicos acaban por «aprender» los resultados de las expan­siones monetarias y terminan teniendo en cuenta en sus decisiones el dato de que los precios van a subir cuando au­menta la oferta monetaria. La tasa de inflación esperada influye en los tipos de interés La influencia de las expectativas en el proceso inflacionista es algo que se sale de los límites de este capítulo. A efectos de lo que aquí nos interesa hay que tener presente que la tasa de inflación espera­da influye sobre los tipos de interés nominales. Si, por ejemplo, todos los agentes económicos esperan que los pre­cios van a subir en un 10 % anual, los tipos de interés nominales aumentarán en un 10 % también. lvamos ahora al punto de la trans­misión de los impulsos monetarios en el que nos habíamos quedado. Si el aumen­to de los precios llega a incorporarse en las expectativas por cualquiera de las dos razones expuestas anteriormente, los ti­pos de interés también aumentarán en un montante idéntico al de la inflación esperada. Además, en un momento de expansión económica en el que se han creado buenas expectativas para las ven­tas, las empresas encontrarán en ello un motivo para solicitar créditos adiciona­les a los bancos. La tesis monetarista Pues bien, ésta es la explicación fun­damental que aportan los economistas de la corriente monetarista, encabezada por el profesor de la Universidad de Chicago Millón Friedman, para pasar por alto (o para considerarlos transito­rios e insignificantes) los efectos que las variaciones de la cantidad de dinero de una economía puedan tener sobre los tipos de interés. Para los monetaristas, lo fundamental es que, cuando los agentes económicos se encuentran con un exceso de dinero en relación a la cantidad que desean mantener, se desprenden inme­diatamente de ese exceso incrementan­do el gasto (demanda agregada) en bie­nes y servicios; y esto, en una perspecti­va de corto plazo, hará aumentar tanto la producción como los precios. La estabilidad de la demanda de dinero Es importante tener presente que, pa­ra poder hacer previsiones sobre el or­den de magnitud, tanto de los efectos que hemos descrito en el mecanismo general de transmisión como de los re­sultados que deducen los monetaristas, es necesario que, entre otras cosas, la demanda de dinero permanezca estable. Pretensiones modestas Finalmente, aparte la posible inesta­bilidad de la demanda de dinero, existen otros elementos que hacen que los efec­tos que se producen como consecuencia de las modificaciones de la oferta mone­taria no se puedan controlar con mucha aproximación. Ello no es difícil de com­prender si tenemos en cuenta que en la transmisión de los efectos intervienen muchos agentes económicos cuyas deci­siones resultan afectadas con retardos desconocidos.

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